Por Javier García Breva para SOLAR NEWS
La fotovoltaica en 2020 superó el récord de 2008 de nueva potencia instalada con 3.256 MW. El autoconsumo creció hasta 623 MW más (APPA). Actualmente hay 97,9 GW de solar fotovoltaica con permiso de acceso, 15,3 GW en tramitación y 10,4 GW conectados (REE), por lo que el sistema eléctrico podría contar con 123 GW de potencia solar fotovoltaica cuando la previsión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) son 39 GW en 2030.
Si solo una décima parte de la nueva potencia renovable corresponde a instalaciones de autoconsumo, la desproporción entre las instalaciones de generación centralizada a gran escala y las de generación distribuida o autoconsumo crecerá hasta provocar más costes en inversiones y déficits para el sistema eléctrico, pérdidas e ineficiencia energética que pagarán los consumidores y un desequilibrio territorial semejante al creado por la generación centralizada convencional al interponer cientos de kilómetros de distancia entre los centros de generación y los de consumo.

Llenar el territorio de grandes plantas de generación conectadas a la red no vinculadas a centros de consumo es contrario a lo que establece el Reglamento (UE) 2018/1999, sobre la gobernanza de la Unión de la Energía y la Acción por el Clima, que somete la inversión energética al principio de “primero, la eficiencia energética”, por el que en el procedimiento para autorizar nuevas instalaciones se deberán tener en cuenta previamente alternativas de eficiencia energética y de gestión de la demanda.
Si la demanda eléctrica lleva años estancada, y la previsión es que no aumente más de un 0,5% al año, el sistema eléctrico camina hacia una sobrecapacidad insostenible.
Llenar el territorio de grandes plantas de generación conectadas a la red no vinculadas a centros de consumo es contrario a lo que establece el Reglamento (UE) 2018/1999, sobre la gobernanza de la Unión de la Energía y la Acción por el Clima, que somete la inversión energética al principio de “primero, la eficiencia energética”, por el que en el procedimiento para autorizar nuevas instalaciones se deberán tener en cuenta previamente alternativas de eficiencia energética y de gestión de la demanda.
El equilibrio entre la generación centralizada y la distribuida
La espectacular reducción de sus costes ha convertido la fotovoltaica en la primera y más barata inversión energética del mundo. La reflexión que toca hacer ahora es sobre el modelo de renovables que necesitamos. La prioridad del modelo energético convencional ha sido asegurar los ingresos suficientes del sistema eléctrico para rentabilizar las inversiones en generación centralizada a través de una regulación que incentiva el consumo y la facturación.
Las renovables aportan flexibilidad al sistema energético. La fotovoltaica es la energía más flexible de todas y la que permite adaptar o desplazar la demanda en cada momento a través de la generación distribuida. La rentabilidad ya no va a depender tanto de los ingresos del sistema como de la capacidad de gestionar la demanda.
La maduración de las tecnologías de generación distribuida y de eficiencia energética ha hecho que la transformación energética más importante se esté produciendo en la gestión de la demanda, los recursos energéticos distribuidos y en el cambio del papel del consumidor como cliente activo que participa en los mercados energéticos.
Seguir haciendo más grande el mix energético centralizado con grandes instalaciones renovables y relegar la generación distribuida, como ocurre en el PNIEC, en la regulación de las subastas y del acceso y conexión, es mantener un modelo energético que prioriza los ingresos del sistema, levantando barreras a un modelo inclusivo que abriría la competencia a millones de consumidores.
La revolución del almacenamiento y la fotovoltaica en los tejados
La competitividad del almacenamiento en baterías está detrás del rápido crecimiento en todo el mundo del autoconsumo en los tejados debido a que el almacenamiento en media y baja tensión, y detrás del contador, ha reducido sus costes permitiendo la integración del autoconsumo y la recarga del vehículo eléctrico en los edificios, viviendas y aparcamientos.
El progreso de la competitividad del almacenamiento distribuido hace que sea más barato que un vehículo eléctrico funcione con la energía solar generada en el tejado que con combustibles fósiles. El almacenamiento local afectará al comportamiento de la demanda y hará innecesaria la energía de respaldo. Las baterías de ion litio serán más eficientes en el equilibrio de la oferta y demanda eléctrica, ahorrando costes y aportando eficiencia a la red.
La mitad de la capacidad de almacenamiento provendrá de los hogares, edificios y las empresas que buscan controlar su consumo de energía, lo que alterará los modelos de negocio tradicionales por la mayor capacidad de energía flexible.
La interacción inteligente entre el autoconsumo, el almacenamiento, la recarga de vehículos eléctricos y los agregadores de la demanda determinará el éxito de la electrificación y la descarbonización. Por eso la principal inversión ahora debería dirigirse a las baterías de almacenamiento y no al hidrógeno.
La importancia de los recursos energéticos distribuidos
Los modelos de negocio energético del futuro son los que desarrollan los recursos energéticos distribuidos, como el autoconsumo, el almacenamiento local, microrredes, comunidades ciudadanas de energías renovables, edificios conectados de consumo nulo de energía, vehículos eléctricos, contadores y aplicaciones inteligentes para la gestión de la demanda y la agregación independiente. Para desarrollarlos es necesario equilibrar el mix con objetivos de generación distribuida y mercados de capacidad flexible con nuevos actores.
La generación distribuida es la solución a los problemas de seguridad energética que plantea el modelo centralizado cuando aparecen los fenómenos climáticos extremos, la variabilidad en los precios y suministro de los combustibles fósiles o la inestabilidad de la red eléctrica ante el comportamiento de la demanda.
La generación distribuida es la que mejor garantiza al consumidor una energía limpia y barata al darle el control de la gestión de su demanda, a la vez que mejora el equilibrio y la eficiencia de la red eléctrica al desplazar la demanda a los momentos de mayor generación renovable. Esos beneficios repercuten en ahorros en costes e inversiones del sistema eléctrico.
Así como la generación centralizada ha desequilibrado el territorio y elevado los costes y precios de la energía al distanciar la generación del consumo, la proximidad de la generación distribuida de Km 0 permite la mayor eficiencia, el precio más barato de la luz y un mayor respeto al medio ambiente al equilibrar energía y territorio a través de la proximidad y el desarrollo local por el mayor grado de electrificación de la demanda.
El autoconsumo no tiene límites
Todas estas ventajas llevan a la doble conclusión de que lo que se necesita es más generación distribuida y de que no hay límites para el autoconsumo. En el modelo 100% renovables para España en 2050, la Universidad de Stanford propone 100 GW de solar fotovoltaica de los que 36,4 GW serán en tejados, 39,7 GW de autoconsumo residencial y 33,5 GW en grandes plantas fotovoltaicas. En su informe “Renovables 2050”, Greenpeace calculó el potencial de la fotovoltaica integrada en la edificación en 494,5 GW, suficiente para cubrir un 203% de la demanda eléctrica en 2050.
Este potencial lo confirma el último informe de la CNMC sobre el mercado minorista de electricidad en el que se destaca que gracias a la regulación del autoconsumo del RD 15/2018 y del RD 244/2019, entre marzo y agosto de 2020 el autoconsumo fotovoltaico con compensación de excedentes se multiplicó 14 veces (de 4,7 MW a 68,3 MW) y el autoconsumo fotovoltaico en todas sus modalidades lo hizo 4,4 veces (de 22 MW a 98 MW).
El valor del autoconsumo es el ahorro de energía
Si en la planificación no se fijan objetivos de autoconsumo y todo es energía centralizada o si la electrificación de la demanda se confunde con conectar a la red todos los usos de la energía, estaremos manteniendo el mismo modelo energético de los últimos cincuenta años, aunque tengamos un parque de renovables de más de 110 GW. Sin un análisis previo de la demanda ni objetivos de flexibilidad energética el modelo seguirá siendo caro, ineficiente, deficitario y sobredimensionado.
El auténtico valor del autoconsumo es que es ahorro de energía. Toda la energía autoconsumida es energía que se ahorra al sistema y a la red. El autoconsumo no tiene sentido como negocio ni como actividad especulativa sino como ahorro al sistema eléctrico y a los consumidores. El reto más importante de la descarbonización será cómo aproximar la generación al consumo para alcanzar la más alta eficiencia energética.
Para ello habrá que incluir la generación distribuida y el autoconsumo en el mix previsto para 2030, junto con una iniciativa dirigida al autoconsumo con almacenamiento en los tejados mediante comunidades de energías renovables, con infraestructuras de recarga en todos los edificios y aparcamientos, contadores inteligentes al servicio de los consumidores para ahorrar energía y agregadores independientes para participar en los mercados energéticos.
Se necesita una regulación eléctrica que incentive el ahorro de energía, las funciones de eficiencia energética de los contadores inteligentes y un cambio en la gestión de las redes de distribución en media y baja tensión.
El Código Técnico de la Edificación y las ordenanzas de los ayuntamientos deben incluir la alta eficiencia energética y el desarrollo de los recursos energéticos distribuidos en la ordenación del territorio y en las licencias urbanísticas. El enorme crecimiento del autoconsumo en plena pandemia debería ser un punto de partida.
Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!